Casiopea...

Me quedo con el beso que me diste,
aquel del que no tengo recuerdo alguno,
sino siniestros entresijos, entre sinsabores
y muescas de un pasado que no mi mira
ni por equivocación a través de tu sombra.

Abundo en los recuerdos insanos,
los que produjiste sin quererlos de esa forma;
los que desprecias con el suspiro con el que das a otro
mientras yo sufro el amasijo de tus sueños rotos.

Me busco incesantemente entre las sombras
de una prisión que nos es dada por la eternidad,
sin que haya pruebas de que existió algo más
que una incesante mentira contada una y otra vez.

Me quedo con el beso que me diste,
el que evoca toda una vida sin que tú la llenes,
con el que comparto más que toda una vida,
cincel divino que en mi amor te enaltece…

Otros ojos bonitos…

Sales a comprar enseres tan rígida, tan dubitativa, que el color de tu mundo se vuelve sangre seca. Fría emisaria de lo que Amor en ti perfecto encarna y que toma el curso de su destino en esa mirada.
Botón lleno de vida que la maledicencia sana por cuanto en el corazón de los hombres tu vista manda y que condena al segundo círculo a quien te busca. Insigne símbolo de la fertilidad tardía.
Ojos que desnudan con la inquisitoria espada de la verdad que en ellos por siempre asoma, déjame el respiro de no poderte saber mía y desquicia el mundo donde no pertenece tu sombra.
Déjame decirte en el velo de la ubicuidad, vida mía, la razón de este encuentro premeditado: cortesana de cuanto en mi febril historia se vuelve nada, doliente viudo del legado, que en mí deposito, tu mirada…

Supongamos...

Supongamos que nos amamos:
Que nos tomamos el tiempo, que se acelera
Como mi pulso que es del alma tuya plena
Y alegoría del bizarro mundo en que vamos.

Supongamos que escribo, con mi letra,
En el suave amanecer de tu mirada
Las cosas más dulces que el que anota
Y tanto te adora tenga en el alma.

Supongamos que, en un breve momento
La eternidad se cierne en ti, enamorada
Tal como yo lo hago cada día
Al posar tu sonrisa en mi fe helada.

Supongamos que en los albores del tiempo
Tu ya estabas para mi destinada,
Y que en la cálida brisa de lo tierno
Circunscribo en tu nombre mi alabanza…

Valerosa

Amo tu verdad a medias,
En la que me ahogo de a poco,
Y esa mirada que en ti es traviesa
Pero que en mi desencadena encono.
Amo las locuras de tu adolescencia,
Producto de tu albedrío loco:
Esa sinceridad con la que te alejas
Y en la que me provocas enojo.
Amo que no seas de nadie, así, a secas
Mientras en mi egoísmo te añoro
Y esa inequívoca danza eterna
Con la que muestras tu febril arrojo.
Amo ser para ti, lúgubre, señal ajena
De que me manipulas a tu antojo:
La ola de pasión que en mí despiertas:
La soledad que en mi muere, tan devoto…