martes, 19 de abril de 2016

Vacilaciones de un corazón negado a sentir (V)...

Del diario de Sandibel del 17 de Abril del 2016 (Fragmento)

–Hola– Me dijo aquel extraño joven. Vestido con una playera roja y jeans, cabello corto negro y una barbita de chivo, ojos tranquilos, aquel moreno estaba sentado sobre una gran roca que no había visto anteriormente. Estaba sonriendo y se veía bastante relajado, pero no podía explicarme qué hacia una persona allá adentro, con los dos niños y conmigo. El joven me sacó de concentración con una sorprendente respuesta, como si hubiera podido leer mis pensamientos.

–Yo vivo aquí y aquí fui creado– No daba crédito a lo que oía –Soy el guardián de este lugar. Me llamo Moises

–Pero ¿Cómo es posible?– Pregunté porque me parecía fascinante. No sé mucho de psicología pero me parecía que una tercer personalidad hablaba de una mente ya retorcida, pero Moises me sacó de mis cavilaciones.

–No… no te confundas…–Dijo aquel joven levantandose de su asiento y caminando alrededor mío, con un brazo en la espalda y gesticulando, como si me mostrará parte del lugar… –Yo no soy una personalidad de nuestro anfitrión. Mi naturaleza es independiente y estoy aquí como su maestro, como su guía.

–Un momento– inquirí un poco molesta –¿Cómo puedes saber lo que pienso si no lo digo?

–En ese lugar muchas barreras dejan de existir, pero no todas puede utilizarlas mi amigo– Volteó a verme con una sonrisa complice, un poco cínica –. Yo puedo saber que piensas, así que no tiene caso, más que externes todo lo que sea para ti plausible de hacérmelo saber. Sin embargo, te diré que las conversaciones relacionadas con tus pensamientos y mi lectura de ellos nuestro amigo no podrá oírlas, estará sordo a ellas por completo.

–¿Por que lo crees?– Pregunté.

–No. No lo creo. Él no tiene esa capacidad, es uno de sus puntos ciegos. Descubrirás con el tiempo que tiene muchos y que son la ventaja de los demás con respecto a él. Él no puede oír ni ver tus pensamientos como yo puedo, y no preguntes por qué: simplemente así es…

–¿Quien eres tú entonces?

–Yo fui amigo de él hace muchos años. Y terminé mi vida abruptamente por instancia propia. La celeridad de mis decisiones pasó eco en la circunstancia de lo fragmentado de mi mente, pero demostré ante todo, un gusto por su compañía que él no había visto antes. Mi amistad con él dejo un gran impacto en su vida así que, a mi partida, sabedor de que me esperaba aquella estructura circular determinada a ser una selva de aquellos que, como yo, se encaminaron por pie propio a un destino funesto, tomó la decisión de crear un lugar donde yo siempre estuviera para el, donde siguiéramos siendo amigos. Donde no lo dejaría solo jamás. Con el paso del tiempo ese lugar terminaría tomando su forma definitiva como el Palacio de su Memoria, un lugar que ya visitaste y en donde sus fantasmas lo persiguen sin que el esté en peligro alguno, donde puede controlarlos por primera vez. Seguramente te preguntarás por que razón no estuve allí en el tiempo que lo visitaste…

–Así es– De nuevo al curiosidad hizo mella en mi así que ansiosa escuche con atención…

–Bien– Siguió enfocándose en contar la historia. Noté que constantemente volteaba a ver al pequeño dentro de la caverna, que comenzaba a mostrar incomodidad de que se supieran sus secretos –La razón es sencilla: mi hermana Rafaela, su terrible Ángel de la guarda, celosamente mantiene cerradas las puertas del Palacio de la Memoria, aunque me sorprendió saber que tú pudiste entrar… Yo, su contraparte, protejo lo que queda de su corazón, luego de… bueno, luego de ella. Como verás, es un páramo desolado donde solo hay tristeza y odio entremezclados. Es un pantano interminable donde no tiene cabida una sola sección de los sentimientos que un ser humano puede tener… el único tipo de amor que no puede entrar: ese es el que yo combato.

–¿Y por qué tú, entre muchos, fuiste el asignado?

–Yo no fui asignado– Dijo esto mientras un pequeño halo morado comenzada a resplandecer en el. Un temblor comenzó a sentirse en la región, al tiempo que el pequeño encadenado, como un Prometeo furioso, intentaba ya con mas fuerza, liberarse de sus ataduras. –yo elegí este lugar. No dejaré que lo lastimen de nuevo

–¡Pero tu no puedes hacer eso– comencé a gritar. Ahora le temía a este ser frente de mí –Tu no eres su amigo. Eres un recuerdo que él creo a partir de sus memorias, para no dejarte ir, para que lo acompañaras, no para que lo dañaras!

–¿Y eso que importa?– Una carcajada sonora escapo, por fin, de él, mientras de manera amenazante comenzaba a caminar, lentamente, hacia mi –Él me dio vida y libertad, y aunque tengo mis limitaciones, soy casi omnipotente aquí. Puedo forjarlo hasta que esté lo suficientemente fuerte para asumir el control de su lado “Hyde” y salga al mundo y libere todo el dolor que ambos hemos sentidos. Y no te equivoques: él sabía como me sentía y dejó que me matara en el mundo real, y ahora su culpa me permitirá hacerlo renacer de la forma más hermosa posible: la de un asesino de mundos, jajasajajajajajaja….

Ya no hubo más charla: la tierra donde nos encontrábamos comenzaba a caerse a pedazos. El niño con cadenas, ya en el suelo, era incapaz de moverse pues estas había tomado demasiado peso. Corrí hacia el y le ayude a levantarse y lo obligue a caminar, mientras lentamente Moises nos seguía, dispuesto a hacernos algo, aunque no quería saber qué.
Ya habíamos recorrido un buen trecho. Yo sabía que no teníamos escape. Yo no podía volar hacia mis mundos. No quería abandonarlo. Y él no me dejaba irme. Entonces lo sentí. Estaba asustado, por eso no me dejaba. No tenía idea de si quería que lo llevara conmigo, pero definitivamente no quería que me fuera. Y posiblemente hubiéramos tenido oportunidad de avanzar un poco más, pero entonces aquel pequeño de los pantanos. Aquella presencia mala, llegó de frente a nosotros, dejándonos sin escape alguno. No cambiaba su efigie. Seguía estando serio, pero ahora presentaba un temblor en la cabeza, como si estuviera enloquecido, movimiento que en cuanto tuvo enfrente de sí a su gemelo, siguiera el pequeño al que intentaba salvar. Los ojos de ambos se pusieron en blanco y comenzaron a convulsionarse ligeramente. Detrás nuestro, Moises reía de la situación.

–Niños, niños, estense en paz, no asusten a la señorita…– su sonrisa cínica y su cabeza parecida, desde mi punto de vida, tal vez por el susto, a la de un buitre venido a menos, renovaban los golpeteos en mi corazón. ¿Que podía hacer? estaba dentro del sueño de un hombre y este se estaba autoinflingiendo una gigantesca herida. ¿Podría salvarlo? ¿Que podía hacer? ¿Por que razón estaba yo allí? ¿Acaso…?

De pronto, de la nada, la vi. Un halo de luz cubrió a Moises, cegándolo por completo. El haz destruyo la cúpula de altura imposible de la montaña. Se llevó las manos al rostro en un reflejo de evitar la intensidad de esa luz que sollozaba hacia él. Escuche un “No” , como un susurro, del pequeño del pantano, mientras que el de la cueva, como ennegrecido, me preguntaba “¿Es ella, verdad?”

–Si. Ha venido también por ti– Conteste sonriendo.


Rafaela estaba en el cielo, combatiendo con luz a su hermano sangriento. Su espada era ese potente haz que lastimaba a Moises, que gritaba que ella no podía estar allí, que no podía y que no era su territorio. Entonces la montaña comenzó a temblar, cayéndose a pedazos. Y tomé mi decisión….

1 comentario:

  1. Lectura en voz alta... ¿Será acaso su decisión salir de ahí dejar que se caiga a pedazos ese mundo? ¿Puede hacerse uno nuevo cierto?

    ResponderEliminar