martes, 5 de abril de 2016

El pequeño Juan...

El pequeño Juan observaba a ese hombre tan alto a su lado: simplemente no podía evitarlo, le parecía impresionante. Y mientras esperaban que el siga les permitiera cruzar la calle, agarrado de la mano de su madre, quien no había notado el interés de su pequeño por el hombrote, simplemente preguntó…

– ¿Por que es tan grande señor?– En ese momento su madre volteo a ver al hombre que en verdad era alto y no pudo evitar la pena… jalo inconscientemente, de forma suave, a su hijo y trato de esbozar una sonrisa de disculpa, pero él solo volteo a ver a Juan y sonrío mientras se agachaba para quedar un poco más a la altura del niño de cinco años…
– Ah, es que comí de niño, a tu edad, unas pastillas que Mamá, secretamente, ponía en mis verduras y comida. Y esas pastillas que ayudaban a la gente a crecer, surtieron efecto al cabo de unos años… seguramente tu mamá en secreto las pone en tu comida, por lo que en unos años serás tan grande como yo… –En ese momento volteo el hombre a ver a la madre, guiñándole un ojo y manteniendo la sonrisa para que ella no se sintiera incomoda, gesto que la mamá de Juan comprendió a la perfección…
–¿Y por qué tardan tanto en hacer que crezca?
– Pues por que son muy, muy poderosas, pero su efecto, para que sea todo lo potente que es, necesitan, como las semillas, de un tiempo de germinación. Tú hazme caso y come esa comida que te dan… toda. Si no, no servirá de mucho…
–Si señor…

Volvió a ver a la señora, asintiendo con la cabeza en señal de complicidad, mientras el pequeño volteaba a ver a su madre, quizá preguntándose si en verdad le estaría poniendo esas pastillas en su comida. Y mientras la luz del semáforo cambiaba a verde, el hombreton hizo una señal de despedida a la mujer, una a su pequeño y nuevo amigo y se retiro , contento por una charla tan interesante y amena…

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