martes, 24 de febrero de 2015

Hay mujeres...

Hay mujeres que mienten mientras te aman,
mujeres que te odian mientras te privan
de la verdad absoluta y te humillan,
mujeres con sabor a nota.

Hay mujeres que se nutren de la envidia
de otras mujeres, sin darse cuenta
de que la mejor demora en el alma
es ensombrecerla con ingentes demoras.

Prodiga llave que da a luz al mundo,
porque de ella todo nació, trémulo, vagabundo.
instante que quema al absorberte su mirada
y provocar de la ira enjuto.

Hay hombres que hacen esto y más,
sin el encanto de una mirada, de una voz
que te orillen al éxtasis del mundo
cuando te dicen “te amo”.

Hay mujeres que son vida y muerte en uno;
espasmo del origen de la vida: cetro y corona.
Luz y oscuridad, abertura y pagoda

de la sonrisa más simple…

There are women...

There are women who lie as you love,
Women who hate you while you deprive
of absolute truth and humiliate you,
women with flavor notes.

There are women who are fed by envy
other women, without realizing
that the best delay in the soul
is cloud it with huge delays.

Lavishes key that gives birth to the world,
because of her all born, shimmery, tramp.
instant burning to absorb his gaze
and cause the lean anger.

There are men who do this and more,
without the charm of a look, a voice
orillen you to ecstasy World
when you say "I love you".

There are women who are life and death in one;
spasm of life: scepter and crown.
Light and darkness, opening and pagoda
Smile more simple ...

Petite (Soneto en cuatro sonrisas)...

Diosa de cruel pecado, que sostienes
en una mano la verdad, impura
por cuanto hacemos vicio y cura
y en otra aquel sexo en ciernes.

Mujer de mortal pecado, disciernes
sobre mi pecho distinción absurda,
blasfemia que mi inocencia jura
e invocas mi corazón, que terne.

¡Describe en tu delirio usura,
exaltare por cuanto que injieres
la duda de mi corazón que tura!

Deleita mi lujuria porque vives,
terrible inocuidad que perdura

en cada una de mis locas sienes…

lunes, 2 de febrero de 2015

Sobre hacer el amor...

Hay una película de Roberto Rodríguez de 1949: “Dicen que soy mujeriego” con Sara García, Pedro Infante y Silvia Derbez, entre otros. En una escena de la película, tendidos tanto Sara García, quien está en el personaje de la abuela, como Pedro infante en hamacas, en el patio de la hacienda, charlan acerca de la naturaleza coqueta y sinvergüenza de Infante con las mujeres, de quienes tiene varias amantes y de pronto, él se encuentra interesado en oír, de propia boca de su abuela, un poco de la historia de ella surgiendo –en mi opinión muy personal- una simple y poderosa pregunta…

—… ¿Por qué no me platica como le hizo el amor mi abuelo?...

En una época donde regularmente relacionamos una pregunta así con tener sexo, la primera ocasión que vi esa película, quede intrigado. No creo que sean pocas las almas que incluso pudieran escandalizarse sin comprender el contexto de la pregunta. Sin embargo, la respuesta dada por Sara García sigue motivando el que, siendo yo en ese aspecto bastante chapado a la antigüita, haya determinado esa frase como eje de mi visión tan particular de la vida en ese rubro: el amor.
Desde aquella película no he vuelto a vincular la frase “hacer el amor” con el sexo solamente, sino más bien atañéndole a “hacer el amor” todo acto que tiene por objetivo conquistar el corazón de una mujer o un hombre con un fin sublime, eterno. Hacerle el amor a una persona, en mi humilde opinión, no es simplemente “ligársela”, buscar una aventura, tal vez satisfacer un deseo de índole carnal, sino una meta mucho más alta: un elegir a alguien no solo para un rato. No… para toda la vida. Porque en estos tiempos donde muchas parejas se plantean solamente el estar hasta que dure el amor, que se casan con la frase “si no funciona total, me divorcio” tatuada en sus frentes. No hay una meta de por vida porque según muchos, ya la época ha cambiado. Una chica a la que respeto mucho y que escribe muchísimo mejor que yo, me comentaba algo al respecto y es un muy buen punto. Si puedo darle, desde ahora, una nueva relevancia al acto sexual como un acto de amor propio, como ella bien lo dice. Pero seguiré viendo eso de hacerle el amor a alguien, como un proceso total, del que ahora, gracias a ella, puedo involucrar el sexo como parte integral de ese proceso y no como un simple acto fisiológico.respeto profundamente a los que piensan de otra forma, no hay necesidad de que alguien siga lo que pienso, esa es una decisión muy personal. Solo creo vehementemente en que así deben ser las cosas en el mundo que yo me he forjado a mi alrededor. He experimentado el “hasta que el amor se acabe” y me he quedado tan vacío, tan falto de algo, de una chispa, de ese extra que incendie mi corazón. Y aunque es cierto que es solo en la mayoría de las películas donde pueda verse eso, porque ese amor eterno dura lo que dura la misma cinta, he podido ser testigo de ejemplos de amor que han durado, efectivamente, toda una vida.
Hacerle el amor a alguien debe ser delicioso. Digo, tener sexo por supuesto que lo es. Pero si es en exceso placentero el que uno goce del acto sexual, provocar el gozo de la otra persona, para mi, lo es igual o hasta más. Aun así, falta algo: algo que complemente no solo a dos personas en un estado carnal, sino que evoque una sensación en el alma, algo extremadamente gozoso; una notita con un “te quiero”, el deseo de permanecer o estar al lado de otro, que la vida con otra persona se vuelva parte importante de nuestra vida, no solo algo más. Esto perseguí durante tanto tiempo, aunque he terminado por caer en una relación de amor con mi propia soledad, dadas las características de mi intensa personalidad.
Persigo una meta que en mi infancia no se veía tan lejana como ahora, que me enfrento a un corazón endurecido, frío. Casi muerto. Inerte. Pero una pequeña chispa, al parecer, sigue encendida: la chispa de la esperanza. De que el amor, efectivamente, no es como lo pintan, como no sea de maquillaje barato como en algunos casos. Y viendo al esquema amoroso con el vestido con el que siempre ha estado, por muy difícil que sea la adaptación, puede uno sobreponerse, siempre y cuando no nos dé miedo enfrentarnos a algo que es, en realidad, para tantas personas, una aventura completamente desconocida…