viernes, 11 de octubre de 2013

Mujer de Claridad Austera

Dedicado a Andrea, a quien no sé si volveré a ver alguna vez...

Mujer de claridad austera, cálida mirada, dulce sonrisa.
Como la palabra eterna de esta, mi ciudad de esbozos
y que endulza le esperanza de mi vil impaciencia
por cuanto me es posible, fuego y encono.
Ávida, pasional, tristeza y risa mezcladas en la piel y matiza
las cumbres de aquellos recuerdos en mi mente, como cerrojos
de lo impío antes de ser purificado, se tú, sacerdotisa
el embate de cuanto de mi alma brota con renaciente enojo.
Cruel otoño que por mi razón embarga, cruel natura
de mis años que si bien permanecen, ya no son mozos
y al calor de la vida que de mi impacientemente brota,
niegan su raíz por celebrar a mi voluntad tu arrojo.
Calles pétreas, edificios que por pie permanecen en ira
y por soledad cuentan la historia en relatos, en despojos.
Mejido, ciudad primaria en historia de efervescencia bélica;
México, urbe de incandescente pasado de crueles guerreros.
Mujer de claridad austera, mirada en la cuál tu ausencia
duele un poco cada día, establece en mi esencia tu rostro

para girar hacia el destino, servil, anciano... loco.

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