lunes, 18 de marzo de 2013

Encuentros...


No puedo dejar de mirarte mientras asistes a la inauguración. Aunque voy con mi amiga tu presencia ha desquiciado mi razón y no puedo más que voltear en cuanto mi interlocutora fija su vista en otro lado, hacia donde te encuentras. Nunca te había visto, es cierto, pero he quedado prendado de la naturaleza de Dios que provee a los hombres de las herramientas para su redención: hoy me doy cuenta de que el amor a primera vista existe y tiene tu nombre, cualquiera que este sea.
Hay demasiada gente en el vestíbulo del auditorio. Las puertas del museo se abrirán de par en par y podré ver después de tantos años el trabajo del Maestro. Estoy emocionado, pero una sensación vacua que no comprendo hacia la razón original de mi presencia en el Museo de artes y que recorre como una especie de escalofrío mi cuerpo me deja entrever que has removido las barreras: tu esencia de alguna forma me ha desquiciado y de no hallar una forma de no perderte para siempre al salir de la exposición, viviría aterrado en un espacio sin forma; en un estado incompleto ante la selva oscura que para mí esta reflejada en cada acera que recorro de esta, la que hasta verte por primera ocasión era la viva imagen de mi felicidad: mi amada ciudad.
De esta manera supongo los últimos instantes, las reflejadas esencias de mi desesperanza, dado este pensamiento que ya forma parte de mí desde siempre, lo que supongo ,e ha mantenido vivo pero me ha alejado de los demás: la infranqueable barrera que me supone dejar de ser, dejar de sufrir esta tortuosa existencia, para comenzar de nuevo desde cero. Eso me ha despertado el perfume de tu intoxicante belleza, la firma inigualable que despides entre la multitud que se ha quedado sin rostro: este milenario monstruo de diez mil cabezas que supone un dolor de cabeza, cada vez que llego a algún lugar donde un hecho importante este sucediéndose.
Y sin embargo, vuelvo una y otra vez al punto inflexible de mi tiempo: tu presencia en este lugar, ángel eterno de un sentimiento que se suponía extinguido en mi corazón y que ahora lo calienta poco a poco, rescatándolo de aquella existencia congelada en el vacío. la calidez de tu cercanía me enciende, me embota cada sentido, me hace sentir vivo. Y sin embargo es la primera vez que te veo. Ya recorrí el futuro a tu lado y todavía no me hallo más que en oníricos miasmas que corrompen mi alma. Estoy a una velocidad sorprendente y si no me detengo ahora mismo me estrellaré por siempre en un bucle que no podré solventar.
Y es, en este instante de concentración, que logro mover mi brazo, topándome con tus ojos que se acompañan con una gentil sonrisa al tiempo que respondes al haberte tocado, simplemente, el hombro...

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