jueves, 26 de julio de 2012

¿De que raza viene la locura?...


¿De que raza viene la locura? ¿Que clase de universo vomita una criatura de semejante forje? Porque yo lo he visto caminar. Semejante monstruo de naturaleza diabolica, sujeto a una ira interior que no habia visto jamás en criatura alguna. Y miren que este mundo es gobernado por tres razas autoctonas y una híbrida….
Me tome un descanso, como habitualmente lo hacía a esa hora de la noche. El parque tenía una vida nocturna bastante populosa: niños gritando mientras sus madres cotejaban los últimos chismes de la colonia. Cafes llenos de jovenes deseosos por parecer intelectuales e impresionar así a sus novias. Y enfrente de todos, a la vista pero completamente ignorado, olvidado, el callejoncito de los sapos. Llamado así, no por otra cosa, sino por una banda de maleantes apodados así, que habían hecho suya la cerrada desde hacía mucho, asaltaban solo a aquellos incautos que no tomaban su precaución al pasar por enfrente. Respetaban y dejaban en paz el resto del vecindario, a cambio de un silencioso pacto con los demás habitantes. Pero esa tregua había sido rota apenas unos días atras, cuando, desesperados por no tener suficente droga y bajo la influencia de la que ya se habían inyectado, asaltaron la tienda de los Gonzalez, un pequeño supermercado que fue presa fácil. No hubo heridos ni muertos, solo el susto, pero también la certeza de que los ataques serían más y más cercanos en cada ocasión. Y eso afecto rapidamente la tranquilidad del barrio.
Yo estaba pasandomela tranquilo sentado en un pequeño banco con formas vegetales de piedra. No tenía respaldo y estaba tallado en una pieza, pero no necesitaba nada más que estar sentado y descansar. El trabajo había sido pesado ese día y antes de llegar a casa a enfrentarme con otro tipo de labores, como cuidar a mis hijos, preparar la cena con mi mujer y cualquier asunto que me quitara la oportunidad de tomar un pequeño receso, decidí sentarme. Quince minutos bastarían para que pudiera sentirme más relajado y nadie me extrañaría en ese lapso de tiempo. La banca que elegí estaba justo enfrente del callejon de los sapos. Y aunque me desagrado la idea de ver que alguien fuera atracado, pudo más el deseo de descansar un rato. Nunca me imagine ser testigo de aquello.
Como a los diez minutos, poco antes de que se cumpliera el tiempo validado y me levantara a seguir el camino a casa ví a aquel joven. Vamos, era completamente normal y no hubiera llamado mi atención de no ser porque caminaba justo enfrente del callejon. Quise gritarle que no lo hiciera, que viniera hacia mí, pero eso me hubiera causado problemas seguramente pues alcance a ver de reojo a los malandrines que ya le habían puesto el ojo. Y dado que sabemos quienes son y donde viven, es lógico pensar que ellos también pueden ubicarnos perfectamente, así que decidí callar. Así que lo deje seguir su camino. Y cuando hubo caminado hasta quedar justo enfrente del callejon, varios pares de brazos salieron de la oscuridad para agarrarlo y llevarlo hacia dentro del lugar, donde podrían asaltarlo a gusto. Dado que era un pequeño callejon rodeado de tres altísimos edificios, tanto a los lados como en la calle detrás, y por la hora del día, casi todo el día una tenebrosa y densa oscuridad se cernia sobre él, de allí que fuera el lugar perfecto para esos criminales. Dadas pues las circunstancias, me debatí entre irme o por lo menos esperar que huyeran a otro lado a repartir el botin y esperar por si el muchacho necesitaba ayuda. Abstraído en esos pensamientos oí el primer grito, pensando en que el chico ya estuviera siendo presa de la violencia de estos tipos, que se hubiera negado, sin saber, porque yo jamás lo habia visto en la zona, como tenía que ser el protocolo para no salir lastimado, y que o se estuviera llevando una severa golpiza o que incluso estuviera siendo atacado ya con algun arma de filo o algún tubo o bat.
Pero no nadamás fue un grito. Algunas personas se acercaron debido a los ya varios gritos que emanaban del callejon, siempre con cautela, ya con la curiosidad a flor de piel. Fue entonces cuando lo vimos volar. Uno de los malandros salia disparado por los aires. Iba totalmente ensangrentado, pero lo suficientemente alerta como para emitir un grito de terror que hizo que se me enchinara la piel. Por fortuna en el juego de fierro donde cayo no habia niños o hubiera sido una tragedia, pues el vuelo, la velocidad y su peso destrozaron el juego. Algunos corrieron a ver al muchacho, quien ya estaba muerto de cualquier forma. Otros, como yo, solo observabamos el terrible espectaculo. Mientras algunos de los sapos huían despavoridos, una horranda criatura como de dos metros y medio salía de las penumbras, demasiado ágil para el volumen de su cuerpo, tanto en la irreal estatura como en las gigantescas medidas de sus musculos y la exagerada forma y tamaño de la cabeza, a todas luces desproporcionada al cuerpo. Una cabezota provista de una gran hilera de dientes, que cubrían la boca, como si fuera una especie de dinosaurio. Sus ojos de pupila Blanca y lo demas en negro le daban un aspecto más aterrador. No supe si era humano, pero de partes de la ropa era demasiado obvio que eso era aquel chico a quien esperaba. Su transformación debió haber tomado por sorpresa a los truhanes que eran presa fácil.
Fue alcanzando a algunos de salto en salto, aventándolos a la mitad de la calle, como juntandolos. A otros, los que fueran más lejos, simplemente les aventaba lo que tuviera a la mano, no importando si se tratara de cosas muy pesadas, simplemente imposibles de cargar para un humano normal. Y no, no era ni licantropo ni vampiro, pues yo a lo largo de mi vida conocí a algunos y nada se asemejaba a este monstruo que sabía era humano en su origen… que yo supiera ninguna raza era así y aún los licantropos, que se transformaban en su adolescencia, no sufrían tan brutal y deformadora conversion física. Lo que depués vería me atormentaria por siempre, testigo de hechos que no volvería a ver de Nuevo. La gente huía despavorida, otros se escondían o buscaban refugio. Veía algunos celulares tomando fotos y videos que seguramente saldrían movidos  no darían cuenta real de la criatura. Yo me encontraba en una posición inimaginable, justo enfrente de toda la acción. Y me encontraba paralizado de miedo. ¡Menuda carga, yo que solo iba a tomarme un pequeño descanso! ¡Estaba viendo una auténtica masacre a manos de algo que no podría calificar como perteneciente a ninguna de las razas que habitaban el mundo. Y fue allí, en el trajinar de mis pensamientos en contra de los gritos en mi interior, que me vio a los ojos. Allí estaba él, frente de mí, como esperando un ataque, mientras yo daba cuenta de mis últimos instantes sobre la tierra. Tan frágil, tan débil, no duraría nada en contra de semejante leviatan. Una fuerza de la naturaleza contra un simple humano. Y sin embargo no hizo nada. Solo me miro con sus oscuros ojos y sus dos hileras de dientes, respirando fuertemente como si se tratara de un toro o algun animal así. Un Dios furioso, así lo catalogaría en ese momento.
No supe cuanto tiempo duramos el y yo sin movernos. Lo que quedaba de los delincuentes estaba regado por todos lados. Había acabado su labor. Y aunque con toda seguridad le gritaría asesino en cuanto no me viera, al final de cuentas un asustadizo y cobarde humano, en ese momento comprendía que él solo actuaba en defensa propia. Pude ver en sus ojos un dolor infinito, que me tocaba. Que llenaba, de alguna manera, mi alma y la aplacaba. Sentía empatía con él. Aunque eso termino de confirmarse cuando dejo escapar, con una voz cavernosa y profunda, hipnótica, una sencilla pero esclarecedora frase en forma de pregunta:
-       ¿Por qué no me dejan en paz?...
Acto seguido se irguio de forma completa, lo que permitio observar en plenitud su gigantesca estatura. Una mole de musculos y una deformidad en la cabeza que lo convertían, seguramente, en un paria entre su raza, fuese esta la que fuese. Volteo hacia todos lados. La gente se asomaba estupefacta de todos lados. En todos los edificios habia mirones. En verdad era la primera vez que se veía a alguien así y seguramente se hablaría durante mucho tiempo del monstruo. De la bestia. Nunca supe porque nadie hablo a la policía. Quiero suponer que nadie lo considero, como yo, un riesgo a la integridad del barrio. Simplemente nadie llamo y eso le permitio huír de ese lugar aunque a primera vista no parecia ni siquiera preocuparle pues continuo su camino bien hubo acabado su ataque de rabia. Y mientras sufria una transformación hacia el joven que originalmente había visto ser presa de aquellos que Ahora estaban muertos, tuve el presentimiento de que aquello no era más que el inicio de algo muy grande y de que, al final, todos nos veíamos involucrados…

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