viernes, 25 de mayo de 2012

Celebración (Primera parte)

Paso con la lentitud que mi pluma al evocarte provoca.
Recuerdo tu esencia, cálido desliz de lo que en mí aún queda;
se niebla mi vista, mi soledad evoca, tu ausencia duele y mata
y aún así veme, de pie, entero, preparando mis maletas y renovando sueños.

A veces me levanto distraído y termino en el Palacio de mi Memoria
donde te instalaras hace tiempo ya. Señorial. Magnificente. Diosa.
No quieres irte para burlarte de mí. Te preocupas por dejar tu huella
y mientras levanto mi duelo, utilizo mi poca fuerza para no amarte.

Vacía queda la instancia de tu arrojo, cruenta mujer, obligado enigma
por quien dejé ilusiones, amigos, vastas oportunidades de vida y un sueño atroz.

Ya quedaron atrás los sueños mozos. Ya no me responde mi cuerpo al mismo calor.
Debil. Sí, débil, pero firme en mi propósito. Así me levanto de nuevo una y otra
y otra vez, por cuanto te mantengas en tu idea de no permitirme ser mi dueño.

Ahora puedo verte. Elevada por los aires, dominando todo a tu paso
y me dispongo a enfrentarte con el mismo candor con el que decido olvidarte.
Entonces abro la mochila que he traído conmigo y te combato con recuerdos.
recuerdos buenos o malos. Grandes ondanadas de memorias fluídas
que salen con recia calidez de mi alma muerta por no tenerte.
Mi corazón se sale junto con tu viva voz. La de cómplice. La de enamorada.
Y se descubre inócuo. Virgen. Vacía en el breve andar en que se posó tu mirada.

Y tú… tú solo observas. Meditabunda. Ni un solo rastro de aquella pasión
se observa en tu ahora esteril rostro. No hay compasión ni piedad. Ni arrojo
mientras mantienes tu volar igual de inexpresivo. Y entonces sucede.
Toco el instante en que me conociste; lo que según me contaste, sentiste.
Y por fin veo que tu rostro se agrieta por el renovado sentido...

No hay comentarios:

Publicar un comentario