jueves, 25 de agosto de 2011

Mi mascara


Debajo de mi rostro, allí, donde mi inteligencia me lastima
Y se pudre mientras me mata, está mi mascara.
Es mi segunda piel, la que tierna me llama
Para avisarme de las nuevas de mi alma.
Mi mascara es como aquellas japonesas,
Una piel blanca y lisa; una sonrisa y unos ojos inclementes.
Mi mascara es prisa y llanto, nube y techo.
Es lagrima y risa; saludo y desprecio.
Mi mascara se regocija en mostrarme desnudo
Porque de mi sufrimiento esmera su vista
Y redobla su esfuerzo.
Mi mascara me asfixia
Por cuanto traduce mi pensamiento llano
Y se esconde cuando considera
Que la conveniencia puede darle un mejor acto.
Mi mascara es elusiva cuando se le busca
Y es arrogante cuando no se le necesita, así se muestra,
Burda, altanera, aprehensiva.
Si se le ve en un espejo hecho del llanto de niño,
A temperatura de vacío cristalizado,
Puede verse solo en la mitad y en el otro hemisferio
Mi rostro vacilante, llorando.
Pero también comparte, por el destino y su premura
Las sensaciones que inciertas me abruman.
A veces mi mascara toma posesión de mí
Y me lleva de paseo por las calles
De la ciudad que tanto amo y que me domina.
Establece un plan de acción y sensualmente me seduce.
Toma acción de mi cuerpo y me lleva a caminar.
Muestra lo mejor de mí mientras me domina
Y lentamente me indica como me destrozará.
A veces es de noche, a veces en la pleamar del día.
Nunca sé cuando me dejará en cuenta
De lo que terminará atormentándome la vista,
Porque me deja enfrente de la casa de aquella chica.
La que me duele, la que me a dolerme incita.
Y mientras caigo al piso, libre de llorar,
Mi mascara se esconde para que no la vean,
Para que no la culpen. Para que no la irriten,
Para que no la busquen.
Y me deja hincado sufriendo la tortura de saber
Que otro día comenzará de nuevo la danza
Que en mí la edad marchita…

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