lunes, 27 de junio de 2011

Asesinato a sueldo

-Relativamente fácil-me dijeron-. Solo tienes que bajar y asesinarlo allí, enfrente de todos.
Desde ese balcón podía verse toda la fiesta que se desarrollaba abajo. La gente estaba alegre, parecía un gran evento. Y yo lo echaría a perder. Arruinaría la vida de alguien. ¿Me interesaba? Claro que no. Me quite parte del traje, lo que no necesitaba rasgar.
-Guárdalos. Los necesitaré después. Lo que se rompa traigo con que reponerlo, pero esto no.
El hombre a mi lado asintió. Sabía que seguiría. Así que solo se quito mientras con un gruñido comenzaba a transformarme. Mientras mi pequeño cuerpo se retorcía, gruñidos escapaban de mi boca. Ya me había acostumbrado, hace siglos, a no gritar por mucho que fuera el dolor que podía manejar, ahora, a mi antojo. Mi espalda se fue ensanchando mientras vello comenzaba a crecer desmesuradamente. La boca llena de colmillos comenzaba a relucir furiosa mientras mis ojos se volvían amarillos y el cristalino se ennegrecía. Mis uñas, engrosándose y creciendo hasta formar gigantescas garras también eran cubiertas en parte por ese vello que cubría todo mi cuerpo. Mis tobillos se dividían en dos partes, mientras se doblaban inconmesuradamente y remataban en mis pies, que no rompieron mis zapatos, pues los había quitado.
Ahora debía medir más de dos metros. Estaba ya completo. Mi alma estaba a la mitad, dominada por mi furia asesina, pero templada por la frialdad de mi misión. El embajador debía morir. Así que salté.
Cuando llegué al piso inferior y rompí parte del azulejo, la gente comenzó a gritar. Nunca habían visto a algo como yo, y los que si hubieran visto a alguien de mi raza, seguramente sabía a que venía. La estampida era caótica, pero no perdí de vista mi objetivo, que se había interpuesto entre sus compañeros de reunión, justo antes de que dos de sus guardaespaldas intentaran desenfundar sus armas. Craso error. Solo me tomó unos segundos antes de destripar al primero y tomar con una de mis garras al segundo para tronarle estrepitosamente el cuello. Todos corrían. El ruido, el pánico. Solo me excitaban más en mi ira asesina. Solo hubiera tenido que matar a una persona pero tenían que interponerse estos estúpidos. Así que tratando de evitar más muertes me apresuré en mi misión. Tonto de mí.
Ese tipo merecía morir. Era una basura. Todavía tomo a una de las chicas que atendían la fiesta para escudarse en ella. Y la vi a los ojos. Ojos de color turquesa que aterrados experimentaban el más absoluto de los miedos. Y paso lo que nunca. No quise dañarla. Era tan hermosa. Joven morena enfundada en un chaleco rojo, falda negra y medias del mismo tono, con unas pequeñas zapatillas sin tacón, supongo que para mayor comodidad. Cabello recogido. Tanta información en tan poco tiempo. Me calme un poco. Y fue mi error.
No vi al tercer guardaespaldas hasta que fue tarde. No le importó disparar y solo tuve tiempo de interponerme entre la chica y el embajador. Recibí el disparo en el corazón. Pero era fuerte. Ya no pensé más. Por suerte aquel tipejo ya la había soltado, pensando en que estaba a salvo. ¡Que gusto me hubiera dado reírme de él, mientras mi garra le atravesaba a él también el corazón! Su guardián no pudo salvarlo al final, y mientras rompía un plato en dos, para lanzarle un pedazo al guardaespaldas y darle en el cuello, matándolo también, caí al piso. En esta forma no podía hablar bien, pero ¿qué mas daba? Ya me estaba transformando de nuevo en humano, mientras los estertores de la muerte me llegaban a mí también, y sin darme cuenta le iba preguntando, conforme avanzaba mi cambio y podía de nuevo hablar, si estaba bien. Que no quería hacerle nada.
Pero creo que ella lo entendió. Se dio cuenta porque como bestia me detuve y dudé en atacarla. Y sabía que eso me había costado la vida, al salvarla de un balazo que probablemente, de haberme quitado, le hubiera dado a ella.
-No te preocupes –dijo mientras me tomaba en sus brazos manchados de mi sangre.- Gracias. Me llamo Armida.
Y mientras repetía ese nombre y observaba que lagrimas salían de sus ojos, vi como mi mente se nublaba y entraba en el olvido….

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