domingo, 6 de marzo de 2011

TESTAMENTO PARA UN DIFUNTO…

Hoy he pensado mucho en ti, y he decidido retirarme allá, lejos de todo… lejos de ti.
Es un lugar de soledad y muerte, donde los cuervos sollozan desesperados, pues hasta ellos han descubierto la necedad del castigo por ir en contra del eterno; del que todo lo tiene y lo sabe.
Del que ama tanto a sus hijos, que les deja sufrir, según él, para alejarlos de la maldad. Mentiras vanas y tristeza absoluta.
Y allí, en ese barranco de corazones obscuros y atribulados, he dejado huella de lo que me toca. De cada centavo. De cada lagrima vertida por la libertad del hombre. Por la mujer amada.
He dispuesto lo único que esta a mi lado siempre, para complacer al poeta más entroncado en sus sueños de suerte. Aquello que solo se destruirá completamente a mi muerte: mi cuerpo y sus atributos salvajes:
A mis padres, el trabajo duro que me inculcaron y la facilidad para mostrarle a mi hermano el color verdadero del mundo, a fin de que escoja a mi edad su camino de felicidad y luto.
A mis amigos; la facilidad para hablar de lo que me enseñaron. De los valores que adquirí con su sabiduría. Con su fortaleza para demostrarme mis errores. De su apoyo en mis momentos más terribles.
A los que como yo, creen que esto tiene que ser más que una estúpida revelación de mierda, y cada día luchan, a pesar de que saben que al terminar el día, morirá una parte de ellos.
A mi musa perfecta, la virtud de saber que hasta el final, tuvo a alguien que pensó cada segundo en ella, y por lo cual dicen que soy un filósofo desencajado.
Y a la mujer que amo en este momento, la satisfacción de enterarse que no hubo hombre que la amara más que yo, y que al irme se queda sola por siempre, envuelta en mi terrible maldición de crepúsculos de sangre y fuego.
Porque el dinero va; va y viene. Pero el verdadero amor y la naturaleza humana solo existen una vez en su forma original. Después cambiaran y desaparecerán por siempre.
Yo, frágil ensueño de meditación, hereje de mis causas más nobles y verdugo de mis conciertos de deseo, escribo este testamento para que sea leído por el más puro de los santos… Dios.

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