martes, 8 de febrero de 2011

De tu nombre en las aceras (I)

¿Cuan terribles deben ser las manifestaciones de nuestro pasado oculto, por cuanto puedan venir a provocarnos insomnio, solo para atormentarnos? Pues así me siento. Las alucinaciones en mi cabeza han durado varios días. Él intenta salir de allí para provocar desastres. ¿y si lo dejo salir a jugar un rato? Sé que causará destrozos, pero no tengo ni idea de cuanto me podría costar descansar un momento y que él tome mi lugar…
El colapso en mi cabeza comienza… ya tengo algunas semanas con esto pensamientos rondando mi imaginación, arrullándome con entonadas melodías de Apocalipsis; retándome a mantenerme cuerdo, mientras su recuerdo me taladra el alma una y otra vez. Ya no sé si te quiero en realidad. Los momentos que por tanto tiempo he atesorado comienzan a verse borrosos, mientras los fotogramas que componen mi historia comienzan a reorganizarse.
Me detengo un momento en algunas fotografías viejas, mientras, tumbado en el sillón, hago consciencia de cuanto me ha costado no tenerte y de qué tan fácil ha sido perderte entre vías disolutos de desamor y penalidades, entre banalidades y pensamientos elaborados que me permitan acercarte más a mí, mientras me rechazas continuamente en mis sueños y huyes despavorida del monstruo en que me he convertido. Decido, después de un rato, salir al mundo con una pluma y una pequeña libreta e ir anotando lo que vaya surgiendo del onírico deseo de ser una quimera en la expresión más pura de mi amor por ti, del cuál, por primera vez en meses, he dudado.
Las calles empedradas del centro histórico de mi ciudad, calles que me vieron caminar de la mano de tantas mujeres antes que tú; llenas de tanta historia compartida de tanta gente, mezcladas con los sinsabores y las lágrimas que he dejado en cada una por los fantasmas de mi pasado, me dejan un duro sabor metálico en los labios. Mis ojos repasan una y otra vez los miles de cambios que algunas aceras han sufrido, mientras algunos edificios dan paso a otros nuevos, deformando el rostro antiguo del viejo y reemplazándolo con algo nuevo, no sé si más ad-hoc a esta era, pero sí mas enfermizo, en mi opinión. Saboreo cada textura vieja y me aterro de cada grieta tapada y de cada acabado moderno. Siento que están estrangulando la historia de mi vida en esos lugares, como si de mí dependiera que la gran ciudad dejará en algún momento de crecer a este ritmo y pudiera volver a ser lo que era antes, cuando yo apenas era un niño.
Y todo te rememora. Te celebra. Te disfruta. Cada recuerdo que voy perdiendo, en tanto mi memoria me traicione yendo a ti; dejándome abandonado a mitad de la jornada, atraída por tu fulgor. Trayéndome miseria al dejarme solo, sin nada…

No hay comentarios:

Publicar un comentario